Vendedor de amapolas
- P.G.R
- 1 abr 2016
- 1 Min. de lectura
Tuvimos tantas espinas en las manos
Que aprendimos a no recoger flores
Aunque fueran amapolas.
Tuvimos tantas lágrimas en la cama Que aprendimos a no llorar Aunque fuera de risa.
Tuvimos tantos tropiezos en el pasado Que aprendimos a no caminar Aunque fuera hacia delate.
Tuvimos tantos silencios en la boca Que aprendimos a no hablar Aunque fuera para querernos.
Y después de haber vivido tanto Nos hemos dado cuenta de que quizás Lo importante no está en cuanto se aprenda, Si no cuanto estas dispuesto a desaprender.
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